domingo, 18 de noviembre de 2012

Philip Glass: «Hydrogen Jukebox»


Resulta difícil imaginar cómo funcionaría una gramola de hidrógeno. Si semejante material se hubiera utilizado como combustible de las clásicas máquinas de discos, nuestros padres y abuelos podrían haber sido testigos de la proliferación de ciudades enteras dedicadas a la gramola de la misma manera que Las Vegas es una ciudad dedicada al juego. Estas urbes contarían con una sofisticada red de pistas de baile, cada una de ellas con su respectiva gramola de hidrógeno especializada en un determinado ambiente musical. Una máquina de estas características no sólo permitiría realizar la operación básica de introducir la moneda y reproducir el disco, también sería posible programar largas listas de reproducción para las que la gramola, completamente automatizada, seleccionaría y retiraría los vinilos mediante un brazo robótico. Otra de las innovaciones que imagino es la capacidad de almacenamiento de estas dispensadoras musicales… Hasta seiscientos discos albergados en el interior del aparato a una temperatura constante con tal de evitar su deterioro por las inconveniencias del clima.

Aunque la imaginación del escritor Allen Ginsberg no era poca, resulta improbable que ideara el título «Gramola de hidrógeno» –extraído de su famoso poema «Aullido»– pensando en un descabellado proyecto de parque temático. Antes, cabe sospechar que ha querido reunir no sin hábil sarcasmo dos rasgos muy típicos de EE.UU. durante el periodo de la Guerra Fría, a saber, la gramola y la bomba de hidrógeno. Una tangible y otra virtual, una causante de regocijo y otra de miedo… Sea cual sea la dualidad que se nos ocurra, siempre tendrán ambas partes algo en común: la cotidianidad, ya que las dos imágenes estaban muy presentes en la mente y en la vida de todo estadounidense.
Allen Ginsberg es responsable del libreto de la ópera que nos ocupa, así como de la locución de muchos fragmentos del texto. Según nos cuenta el compositor en las abundantes notas del disco, el proyecto surge de una propuesta del Viet Nam Veteran Theater (grupo de teatro de veteranos de Vietnam*) para realizar un concierto benéfico a favor de la compañía. Era el año 1988. Al recibir la invitación, Philip Glass se pone en contacto con el escritor, conocido entre otros motivos por ser una de las voces literarias del movimiento pacifista que, en los años sesenta, manifestó masivamente su oposición hacia la guerra de Vietnam. La actuación de Glass y Ginsberg consistió en una melancólica y a la vez inestable pieza de piano sobre la que el poeta recitó «Wichita Sutra Vortex», composición que reflejaba de manera muy significativa el espíritu antibelicista de la época. Las notas del disco no dicen cómo se tomaron los veteranos este gesto. Tan sólo explican que la colaboración entre ambos artistas funcionó tan bien que dio lugar a un trabajo en equipo mucho más complejo, cuyos frutos se encuentran en la ópera «Hydrogen Jukebox».
Sintetizadores, flauta, saxos, clarinete bajo, dos percusionistas y un coro mixto de seis voces era todo lo que los norteamericanos necesitaban para hacer físico su proyecto. Un grupo realmente reducido si se compara con el personal de cualquier ópera al uso. Si echamos un vistazo al texto, vemos que está conformado por una serie numerada de «canciones» (con tal denominación aparecen en los créditos), consistiendo cada una de ellas en un extracto de la bibliografía de Ginsberg. De esta manera podríamos afirmar que la ópera se sostiene sobre una suerte de antología poética cuya selección no se realizó de manera gratuita,  ya que ambos artistas acordaron el abanico de temas a tratar.

En lo que al sonido respecta, encontramos en esta obra un fuerte e inusual sabor sintético. Si bien es notoria la presencia de teclados en muchas de las propuestas de Philip Glass, es en esta gramola de hidrógeno donde la sencillez del ensemble otorga a las máquinas un papel más o menos destacado (la obra coetánea «1000 Airplanes On The Roof» también presenta este rasgo). En determinadas piezas, las líneas de bajo sintético confieren a la música un muy discreto aire tecno que la percusión física, los vientos y el coro se encargan de tamizar. Por otro lado, también encontramos canciones melancólicas donde la flauta travesera tiene un papel decisivo –que no solista– y los sintetizadores hacen lo propio con colchones y arreglos muy susceptibles, por qué no, de ser interpretados por una sección de cuerda. El velo un tanto bucólico de estas canciones mantiene cierta tensión gracias a ese punto de agitación que, en mi opinión, caracteriza gran parte de la música de Glass. La austera melodía de voz, crispada en ocasiones por la densidad del flujo verbal, acaba por dar forma a ese malestar implícito en el idilio. Y es que los poemas de Ginsberg son prietos en cuanto a palabras –y, en ocasiones, cifras–, así como extensos en lo que a longitud del verso se refiere. Su facultad es la de expandirse en múltiples ramificaciones, huyendo por lo general del equilibrio y la contención estructurales para formar un bosque tupido.

A lo que podríamos denominar «las dos vertientes del álbum» –la apocalíptica de marcados bajos sintéticos y la falsamente idílica– se añade la mencionada pieza «Wichita Sutra Vortex», una composición que funciona a modo de intermedio entre los dos actos o «partes» de la ópera. No obstante, la guinda final a esta atómica dramaturgia la pone una tonada fúnebre de aire góspel interpretada a capella por el coro. Sublime cierre éste que nos devuelve a las raíces folclóricas de una América decadente, saturada.

Es posible que en la vasta ciudad de las gramolas encontremos un departamento dedicado a la ópera contemporánea. Si alguien visita alguna vez esta estancia, por favor, no olvide incluir la propuesta de Philip Glass y Allen Ginsberg en la programación del brazo robótico.

* * *

* Por el momento, no he conseguido reunir mucha información acerca del Viet Nam Veteran Theater. Tan sólo observar que si la expresión hubiera sido «Viet Nam Theater Veterans» no hablaríamos de una compañía de teatro, sino de los «veteranos de la Guerra de Vietnam» en sí mismos, ya que en el contexto bélico la palabra «theater» se utiliza en referencia al «escenario de guerra».









3 comentarios:

  1. uno de los discos que mas me gustan del Glass, en el fondo y la forma

    saludos!

    pequeno monstro

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  2. Muchas gracias a los dos. Pequeno Monstro: para mí es difícil saber qué obra de Glass me gusta más, pero la rica aportación literaria de Ginsberg unida a los contrastes sonoros del grupo de cámara lo convierte, por lo menos, en uno de sus trabajos más peculiares (y, en mi caso, adictivos).
    Saludos ;)

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